Lo normal

A raíz del escándalo por corrupción en el Ayuntamiento de mi ciudad, leí hace unos días las declaraciones de la alcaldesa, en las que decía muy convencida que en 2008 era “normal” recibir regalos. Creo que no se refería a algún platito conmemorativo para decorar su despacho, sino a algo mucho más grande y personal.

 Y mal que me pese, tiene razón. En este país se ha fomentado la idea, desde hace mucho tiempo,  que es bueno y casi necesario adular u obsequiar con presentes a los que debido a su posición, nos pueden ayudar a obtener favores y ventajas, sin importar que al concederlos saltando por encima de la ley, se perjudique a terceros.  Así que el mundillo de la política es el mejor caldo de cultivo para estos intercambios, y se ve como algo “normal”  y esperado la compra de voluntades, ya que  “todos lo hacen”.

Y digo yo; cuando los políticos se presentan para un cargo público lo hacen voluntariamente, (algún navajazo trapero hay para ocupar sitio en las listas), se fijan ellos mismos el sueldo que quieren cobrar, gozan de privilegios vetados al resto de ciudadanos y aun así, ¿por qué hay tantos que se dejan comprar?, debe ser por la vanidad de sentirse poderosos y la avaricia de no tener nunca bastante.

En fin, que nuestra Sra. Alcaldesa aun cuando los jueces la consideren inocente de todas las acusaciones que se ciernen sobre ella, siempre arrastrará la sombra de la sospecha. Una lástima, que la primera mujer en nuestra ciudad que llega a ocupar este cargo, pase a la historia más que por su gestión,  por el escándalo de verse mezclada en asuntos poco claros.

Como dice la estupenda actriz Carmen Machi en el anuncio de una conocida marca de yogures, “lo normal, es sentirse bien”, y para ello nada mejor,  Sra. Alcaldesa, que hacer su trabajo lo mejor posible, con sus aciertos y errores, que todos somos humanos, pero eso sí, libre de las ataduras y esclavitudes que supone tener que compensar regalos recibidos (presuntamente),  y que desde luego son a cambio de algo, así que todos deberíamos empezar a distinguir entre lo que es “normal” y lo que es “sentirse bien”.