martes, 9 de agosto de 2011

Caliente, caliente

No es que no me guste el verano, tiene cosas que me encantan: los días tan largos, el ambiente medio festivo, la tranquilidad de las vacaciones… es como hacer un paréntesis en nuestros afanes y desvelos diarios. Pero no soporto el calor, me aplasta, me siento como chicle escupido y pisado en la acera, como calcomanía contra el cristal, me arrastro buscando la sombra como si fuera una culebra o mejor… una víbora, por la lengua que tengo a veces.

No me explico cómo los turistas de países nórdicos, pueden aguantar un cambio tan brusco de su clima al nuestro y no sufrir un golpe de calor. Cuando los veo rojos como cangrejos de tanto tomar el sol, no dejo  de pensar en lo que les dolerán las quemaduras, aunque desde luego parece no afectarles demasiado.

Si  por arte de magia, pudiera bajar el termostato de esta estación unos grados, me encontraría mucho mejor, pero claro, para otras especies es acarrear un desastre ecológico, a las moscas y mosquitos, sin ir más lejos, tan felices que parecen con el calorcito. Ecologismos aparte, también sería una catástrofe para el turismo, así que lo dejaremos como está, que solo faltaba que nos fallara también esta fuente de ingresos -casi la única- .

Solo me queda esperar pacientemente que llegue el otoño y que con los primeros chaparrones baje  la  temperatura, aunque este año con la que nos está cayendo por todas partes, creo que va a ser un otoño muy, pero que muy caliente.

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