miércoles, 2 de noviembre de 2011

Mentiras heredadas


¡Los niños no cuentan mentiras, es algo muy feo!, le dice una abuela a su nieto.

Yo que estoy a su lado, pienso: Desde luego, para eso ya estamos los adultos, y sino que me lo digan a mí, que me pasé toda la infancia envuelta en engaños de los mayores.Algunos ejemplos para demostrarlo:

Me trajo una cigüeña, nada menos que desde París, ¡que a saber donde estaba eso!. Envuelta en un pañuelo y colgando de su pico. ¡Casi nada!

Eran los Reyes Magos, si te habías portado bien, los que te traían los juguetes desde Oriente –otra vez con la dichosa Geografía-, en una noche tenían tiempo de repartirlos todos ¡Y en camello!

Se te caía un diente y un ratón muy simpático, llamado Pérez, te dejaba un regalito o dinero. Pero… ¡Si todo el mundo odiaba los ratones!

 Te contaban o leías cuentos, que decían eran muy bonitos para dormir, pero de  eso nada, la mayoría daban miedo, a mí más de una vez me quitaron el sueño.

Y sobre todo el cruel castigo reservado a los mentirosos: Les crecería la nariz como a Pinocho. Etc, etc, etc...

En fin, confieso que yo también les hice creer a mis hijos algunas de estas mentiras que van pasando de generación en generación. La excusa… que no es más que fantasía, pero mentiras al fin y al cabo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.