miércoles, 8 de junio de 2011

La cámara.

¿Quién ha puesto ahí ese semáforo?
¿Y esos cables?

Me he comprado una cámara de fotos. Fui a la tienda y le dije a la dependienta que quería el modelo más sencillo de manejar que tuviera, vamos que lo hiciera todo ella solita, yo solo debía apretar el botón adecuado. La tecnología y yo nos guardamos las distancias.

Y aquí estoy,  más contenta que chiquillo con zapatos nuevos, y cámara en ristre lo voy fotografiando todo. Pero me ha surgido un contratiempo: ¡cuántos cachivaches hay en una ciudad!, hago una foto de una torre y lo que más destaca es el semáforo que cruza la imagen de parte a parte, o un cable o un contenedor entrometido.

 Y es que la mayoría de estos trastos son imprescindibles y convivo con ellos a diario, pero no me había percatado de su abundancia hasta que no lo he visto a través de este nuevo ojo,  que plasma la realidad sin eliminar lo que estorba, como sin duda hacemos de una forma casi automática con nuestro cerebro, que se centra en lo que nos llama la atención en ese momento, y aparta lo demás, como si de un zoom se tratara.

Está claro que esto no le pasa a un experto, ni la culpa es de la cámara, (demasiado hace la pobre), así que tendré que espabilarme un poco y fijarme más en el entorno.




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